Este edificio está literalmente inserto en la naturaleza, y encajado en la parte posterior del cerro, y en la parte sur está casi colgando desde la propia pendiente del cerro. Este edificio alberga cuatro unidades familiares, organizadas en dos plantas. Todas las unidades enfrentan con sus vistas un lugar particularmente privilegiado en la ladera sur del majestuoso lago Lanalhue. Nuestra intención era que esta edificación se integra al paisaje de manera pura y moderna acogiéndose a la naturaleza de su entorno, y buscando el dominio de la ladera del cerro en la gran pendiente topográfica y recogiendo la luz del Puelmapu, que es la nacida del sol para la cultura mapuche. La edificación está casi camuflada por su entorno y se encuentra rodeada de la vegetación nativa y verdosa tan propia de la zona; por ejemplo, uno puede encontrar quilas, maquis, boldos y gran diversidad de arbustos endémicos.
Más allá del programa de funciones propias de un departamento para alojamiento turístico, buscamos dar un aire contemporáneo y moderno a los espacios, con una estructuración racional y ortogonal maximizando la luz natural y la conexión con el exterior. Se acceden por la ladera del cerro a través de una gran rampa para acceso universal y que hace de transición entre el cerro y el lago. También buscábamos contextualizar el proyecto con la cultura maderera de la zona, a través de una estructura austera, racional y sustentable.
Las cuatro unidades se componen de una habitación principal, y un dormitorio, un estar y una cocina abierta. Todas tienen una terraza que se abalcona por la pendiente buscando la vista hacia el lago.
El interiorismo se trabajó tomando la inspiración de un mobiliario de campo con una interpretación moderna. La paleta de colores más bien pastel contrastan con el exterior oscuro de los muros. En el mobiliario de la cocina, no existen puertas ni adornos, todo está conformado por la propia estructura de éstos, de manera honesta y racional. Lo mismo los gabinetes de las cocina, todo se ve y tiene un lugar definido, nada se oculta. El resultado un interiorismo que mezcla lo vernáculo con lo moderno, lo cálido con líneas más puras.
Finalmente parte del mobiliario de las habitaciones ha sido creado con líneas y aspectos característicos de un diseño puro y único en maderas renovables y laminadas. Los sofás y algunas lámparas han sido hechos por artesanos de Chimbarongo, los muebles de cocina, baños tienen tonos pasteles y detalles que combinan con los toques en los muros en un estilo rustico moderno. En las habitaciones hay objetos de la marca Susana Herrera Mobiliario de alto diseño. En los revestimientos predomina la madera, los detalles de maderas y repisas laminadas de formas del paisaje y el tono lechoso, los que traducen la calidez e iluminación ambiental. Las maderas de la construcción provienen de un bosque y aserradero de la empresa, el que está ubicado a no más de 20 km del lugar como parte de la filosofía de minimizar la huella de carbono y el impacto de la construcción.