Ubicado en Maule, un entorno de una profunda belleza natural, y sobretodo cargado de nostalgia por una época industrial fructífera del pasado. Muy cerca del predio aún pueden verse las ruinas de los principales yacimientos carboníferos y algunas obras de la época de la mina Federico Schwager: Los ascensores de las minas son una imagen muy fuerte con las que uno se enfrenta al llegar a Maule. Estas enormes estructuras de arqueología industrial de hormigón con los restos de piezas mecánicas que eran las torres elevadores son el testimonio de la historia social del carbón y la dura lucha del sindicalismo por conquistar mejores condiciones de vida. Estos elementos: torres, mar, el chiflón del diablo, la arena, los restos de construcciones industriales, son parte de la “Arqueología del Entorno” con el que trabajamos más allá del contexto formal arquitectónico de las casas vecinas.
Tomamos como referencia ciertas alturas, ciertas líneas de edificación de las existentes, para trazar algunas relaciones pero no quisimos imitar la tipología arquitectónica porque para nosotros simbolizaba el pasado, otra época. Por el contrario queríamos proponer una arquitectura de HOY para este lugar. Decidimos separar la vivienda del medianero, y responder a la naturaleza de un terreno cuya génesis fue distinta, con una mirada consciente del pasado pero crítica para mirar con una cuota de vitalidad hacia el futuro.
Este mar y esta playa nos remiten a la fuerza de las olas, al ruido que estas producen, a fósiles en la arena y a olor a sal y algas. No es una “tranquila playa de veraneo” porque está cargada de una vitalidad salvaje muy diferente, marcada por fuertes vientos y soles que se incendian en el mar.
En lo específico, el lote era una esquina residual que en algún momento fue, incluso, rellenada con residuos diversos, producto de demoliciones de las edificaciones industriales existentes. Se conforma así un lote de suelo no compacto y lleno de pedazos de máquinas, ladrillos e instalaciones de servicio comunal, trozos de hormigón y pedazos de fierro de una época pasada. Residuos industriales y un suelo ennegrecido por el mineral fósil que es el carbón. Estas características también fueron importantes para pensar en un volumen más vertical que disminuyera la superficie de contacto con el suelo.
La familia está constituida por 3 mujeres, Marleen, de origen Belga y sus hijas Amalia y Violeta. La madera, siempre soñaba e imaginaba un espacio que se proyecte en el horizonte, amplio y sin límites. Un espacio que de alguna manera le permita trasladarse al imaginario de, tal vez, su tierra “me gusta poder mirar el horizonte y sentir que a través del mar estoy conectada con mi gente, de alguna manera esto me tranquiliza…” nos decía Marleen. El padre de Marleen era arquitecto y también aficionado a la pintura. Todas sus obras están ubicadas en la casa, entre otras piezas de arte.
Esta vivienda organizada verticalmente, está estructurada en un único volumen de hormigón a la vista. Los muros fueron tratados como un sándwich ya que dentro de ellos se diseñó una barrera térmica de Poliestireno Expandido. Las vistas se organizan en cada uno de los lados, hacia el Sur se encuentra la antigua mina Schwager y es la primera imagen de llegada a la vivienda luego de haber pasado por las torres mineras y el borde de arena y mar. Es el costado lúdico de la obra. El lado que vincula la vivienda con las ondulaciones de la playa.
Hacia el Este la casa recupera la vista hacia los cerros, algo que no está presente en las casas vecinas. Así la vista posterior supera la visión de una “pandereta” gris para otear el horizonte que propone el cerro posterior. Por el costado sur se plantó un pequeño bosque de cerezos que configura un costado natural de la casa, acompañando un mural sobre este muro curvo. El lado norte se trabajó como un gran muro de hormigón con un “ojo” de color azul asomando para conformar el ventanal del comedor. Ojalá pudieras agregar aquí una vista de este lado El oeste es el lado más transparente, simplemente un marco de hormigón con una estructura completa de vidrios termopaneles que permiten que el mar y la playa entren visualmente dentro de la casa.
El mural lo trabajamos en colaboración con el escultor Lautaro Labbe, sensible a las realidades vividas en el lugar:
“En el muro de la casa Mauleen se hace alusión al paisaje marino circundante, y directa referencia a los estratos geológicos y elementos materiales de Schwager: las faenas del carbón, sus galerías, los haces de luz que proyectan los cascos y la torre con sus poleas, para descender a la mina en armonía con la arquitectura, el mural incorpora en su diseño, las escaleras de entrada y terraza, con un sentido volumétrico.” ( comentarios de Lautaro Labbé)
El acceso se da por un costado de la casa a través de una escalera enmarcada por el mural que rinde tributo a la historia del lugar y sus materiales. Esta escalera conduce a directamente a un hall exterior en segundo nivel donde está la puerta de acceso principal que es de color rojo enmarcada por el hormigón a la vista del muro. Entramos por el lugar de los encuentros: living, comedor estar, un lugar flexible donde Marleen, Amalia y Violeta comparten su tiempo. Este lugar de doble altura que se proyecta en el horizonte y el mar a través de una terraza pequeña hace las veces de mirador. Dividiendo el lugar, encontramos la escalera que conecta en vertical los tres niveles de la casa. Esta escalera atraviesa el centro del volumen y configura además la cocina que está en la parte posterior. La cocina se abre hacia el lado Este, mirando al cerro pero tiene una gran abertura hacia el comedor. La cocina como lugar de experiencia familiar y durante los fines de semana se transforma en un espacio social, con una salida hacia el patio de atrás, y la terraza para desayunar.
El tramo de escalera entre primero y segundo es de madera y el bajo-escalera es un volumen ocupado por baño y baulera mientras que el tramo de segundo a tercero se desmaterializa para quedar solo huellas de hormigón que emergen desde el muro dando la sensación de estar flotando. La baranda como tal no existe, siendo reemplazada por unos tensores puestos de manera aleatoria que van “cociendo” el límite de la escalera. En el tercer nivel, sobre la cocina, hay un privado que es el estudio biblioteca que balconea sobre el estar. Este espacio se abre tanto a living y playa, como al patio trasero de la casa. El piso se hizo con tablones de roble vitrificado.
En el nivel inferior encontramos los dormitorios y los baños. Este primer nivel más íntimo se abre en el frente al mar (dos dormitorios), y por el contrafrente (dormitorio principal) al patio interior familiar. Esto permite mantener los lugares privados totalmente aislados de los lugares superiores. Para Marleen este lugar “privado” es muy importante, porque siendo una mujer sumamente sociable y amistosas recibe constantemente amigos tanto locales como de otros países, y esta “desconexión” asegura cierta preservación de la intimidad: Amalia, la mayor, deseaba tener un lugar de ellas y sentir que su espacio no fuese “invadido” por las constantes visitas.